Hoy vamos a hablar un poco de historia. Cuando tenía 12 años, mi papá tenía un libro pequeño con la portada forrada en un tono café, así que no se podía ver el título. Curioso por descubrir qué libro era, un día me acerqué en secreto y empecé a hojearlo mientras mi papá estaba en el trabajo. El libro resultó ser "El Príncipe" de Nicolás Maquiavelo, un manual sobre consejos de gobierno. Me encantó y en solo 2 días lo terminé de leer, sin que nadie lo supiera. Sin embargo, mi papá me descubrió y me explicó que ese libro estaba prohibido en Cuba, mi país, y que no podía mencionar que lo había leído. Desde ese momento entendí que hay libros cuyas ideas pueden considerarse tóxicas para ciertos sectores de la sociedad.
Y justo eso es de lo que quiero hablarte hoy: la censura en los libros y qué deberíamos hacer como bibliotecarios. Últimamente, escucho muchas noticias sobre la eliminación de libros debido a su contenido, que supuestamente atenta contra cierta ideología o grupo social. Según la ALA (American Library Association) en el 2022 en los Estados Unidos se realizaron 1269 demandas para censurar libros o recursos, lo que muestra el gran aumento de la censura que estamos sufriendo. Entonces, ¿Qué posición deberíamos adoptar los bibliotecarios ante la censura de libros?
¿Censurar?
Ante esta pregunta tenemos solamente dos posibles respuestas:
1. Censurar: al censurar, eliminamos una idea, por más extravagante o discriminatoria que sea, nos muestra una forma de pensar y concebir el mundo. Esto nos remonta al siglo VI, cuando la censura de los libros era explícita y se requería un aval eclesiástico que asegurara que los textos no iban en contra de la ideología católica. Y ¿Qué sucedería si en unos años cambiase el ideario colectivo y estos textos fueran avalados? ¿Volveríamos a incorporarlos a las bibliotecas después, si todavía tenemos ejemplares que hayan sobrevivido a la inquisición?
2. No censurar: Esta es la opción con la que más me identifico, dado que, como bibliotecarios, aunque podamos tener afinidades con una ideología o pensamiento, somos guardianes de la historia. Nuestro deber es asegurar que la información sea accesible, incluso aquellos libros que están siendo considerados para censura. La decisión de no censurar libros se basa en el principio fundamental de preservar la diversidad de pensamiento. Si limitamos el acceso a ciertos textos, se corre el riesgo de distorsionar la comprensión de la historia y restringir el desarrollo intelectual. Permitir que los libros, incluso aquellos con ideas polémicas, permanezcan en nuestros estantes es esencial para fomentar el debate informado, la crítica reflexiva y el crecimiento intelectual de nuestra sociedad.
Fuentes.
Artículo: "Entre páginas prohibidas: La censura en las bibliotecas" Publicado en https://www.linkedin.com por Luis Enrique Lescano Borrego el 19 de diciembre de 2023 Consultado el 22/12/2023.
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